Carnaval de Oruro, Bolivia
Hace 20 años salí de Chile por primera vez con una mochila en la espalda y una cámara análoga de 35mm. Eran los tiempos de viajar con un montón de rollos fotográficos en el equipaje sin saber qué podía resultar. Y mi primer destino fue el Carnaval de Oruro en Bolivia. Desde aquella primera visita muchas cosas han cambiado. La ciudad ya no es la misma que recordaba, se ve mejor, mucho más acogedora. Y yo tampoco soy el mismo, ahora con más experiencia, más kilómetros recorridos, más timbres en el pasaporte y esta vez con tarjetas de memoria en vez de rollos de película.
Fotografías y texto Nelson González / fotógrafo Behindatrip

Comencé mi viaje desde Calama, norte de Chile en un bus boliviano de la empresa Trans Salvador. Fueron necesarias 9 horas viajando de noche para atravesar el desierto y llegar al paso fronterizo de Colchane y Pisiga donde tuvimos que esperar otras 6 horas detrás de una interminable caravana de vehículos. Ya en territorio boliviano estuve a punto de perder el bus que arrancó antes de tiempo, cuando luego de timbrar mi pasaporte ingresé por unos minutos al baño. Para alcanzarlo tuve que correr por 50 metros y experimentar el efecto de los 3.690 metros sobre el nivel del mar.
Una de las cosas que más disfruté de este viaje fue volver a ver el hermoso paisaje del altiplano boliviano con sus sobrecogedoras nubes decorando la inmensidad del desierto. Cerca de las 2 de la tarde llegamos a Oruro y el ambiente de carnaval se hacía sentir en las calles. En el centro de la ciudad ya estaban montadas las galerías y los escenarios que al día siguiente darían lugar a la fiesta folklórica más importante de Bolivia.


Varias personas me comentaron que era complicado tener libre acceso para fotografiar a los bailarines atravesando las calles, por eso decidí tratar de conseguir un pase de prensa. Como intenté acreditarme por internet varias semanas antes sin resultados opté por buscar la sede de la Asociación de Prensa de Oruro. Al igual que yo mucha gente estaba gestionando su credencial de última hora, pero la suerte estaba de mi lado y conseguí mi pase sin problemas.
Con la alegría de regresar al carnaval después de tantos años decidí caminar a mi hospedaje, distante 15 cuadras de la terminal de buses. Durante estos días festivos los hoteles y hostales se encuentran totalmente copados en toda la ciudad y la única opción es buscar espacio entre particulares. Mi mejor opción fue quedarme por US$30 dólares la noche en una céntrica casa de dos pisos y compartir cuarto con una viajera alemana. El lugar era muy grande pero parecía abandonado por el abundante polvo en el piso y las escaleras. El cuarto estaba completamente vacío, por lo que dormir en el suelo fue mi única alternativa.

A la mañana siguiente la lluvia que había caído abundante durante la noche retrasó todo el programa de carnaval. A las 09:00am salí de mi hospedaje siguiendo el sonido de la música. La gente comenzaba a instalarse en las graderías y a amontonarse en las esquinas para ver bailar a las primeras agrupaciones. Desde ese momento hasta la noche mi trabajo se concentró en seguir el desfile desde muy cerca y tratar de registrar las expresiones más auténticas que le dan vida al carnaval. Eran más de 40.000 bailarines entre caporales, diabladas, morenadas, tinkus y tobas recorriendo casi 5 kilómetros por las calles de Oruro camino al Santuario de la Virgen del Socavón, patrona de los mineros.





Transporte
La gente local, aparte de comulgar con el sentido religioso del carnaval, vive estos días como una verdadera fiesta, con feriados nacional no carentes de excesos. De hecho durante el carnaval las carreteras de Bolivia se vuelven realmente peligrosas producto del masivo consumo de alcohol. Muchos buses interurbanos no disponen de cinturones de seguridad lo que aumenta el riesgo del traslado. No sería mala idea advertir «viajar en buses por Bolivia durante el carnaval es bajo su propia responsabilidad». Una vez me sorprendió un conductor de bus que subió a la máquina con evidentes muestras de haber estado bebiendo. En ese caso sólo tienes dos opciones: o te bajas del bus o te pones a rezar.

¿Qué puedo comer?
Durante los días de carnaval puedes alimentarte bastante bien. De hecho la comida en Bolivia es buena y económica, algo que agradece todo viajero. Los mercados callejeros siguen funcionando y es posible comprar frutas y verduras a bajo precio. Mi alimento preferido de Oruro son las salteñas, una pequeña empanada con relleno de carne de res, pollo, papas, ají, arvejas, cebollas y caldo de carne. Puedes pedirlas con o sin picante, algo que les encanta a los bolivianos. Otro plato típico de Bolivia es el fricasé, un sabroso caldo preparado en base a carne de cerdo y chuño, se acompaña perfecto con un trozo de pan. Para el final dejo el Pique Macho o Pique a lo Macho. Aunque es un plato originario de Cochabamba, se come en toda Bolivia. La primera vez que lo comí fue en Oruro y me quedó claro que los platos picantes no son lo mío. Se compone de trozos de carne de res en su jugo y salchichas, acompañadas de papas fritas, huevo, rodajas de pimiento, tomate y un locoto grande. Se adiciona mayonesa y otras salsas para acompañar. Mi único comentario es que para comerlo hay que ser un «verdadero macho».
La espuma
Desde hace algunos años a raíz de la escasez hídrica en Bolivia se prohibió jugar con agua durante el carnaval, como una forma de crear conciencia en el cuidado del vital elemento. Por esta razón la espuma envasada cobró mayor protagonismo. Especialmente preferida entre los niños, es común ver a la gente ser literalmente decorada en espuma. No importa si estás participando del juego o no, nadie se salva. A mi me tocó varias veces ser víctima de baños de espuma mientras usaba la cámara, como una forma de decir «hazte a un lado, no me dejas ver el carnaval».

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