Los mejores momentos del viaje aparecen producto del instinto, de la intuición. Por más que preguntes o pidas que te cuenten, ninguna experiencia será igual a otra porque cada uno mira el camino a su manera y disfruta siempre de algo diferente.
Estas son algunas historias y relatos de hostales que han sido rescatadas después de nuestro paso por diferentes ciudades del mundo. La gran mayoría está inspirada en las relaciones humanas que se crean durantes nuestra permanencia, haciendo nuevos amigos, escribiendo nuestra propia bitácora de viaje.
Relatos y fotografías: Nelson González Arancibia
Una terraza y el sonido de las gaviotas
Essaouira, Marruecos / Cuando me decidí por Essaouira como mi próximo destino, Oussama me recomendó visitar la hostal de su amigo Rachid «ellos tienen una terraza exquisita para ver el atardecer». Y estaba en lo cierto. El lugar se llama Atlantic hostel, una vieja casa con un primer piso especialmente oscuro, iluminado a toda hora por velas. Si la intención de sus dueños era crear una atmósfera misteriosa y exótica, lo lograron absolutamente.
Y para comenzar a impregnarte del espíritu costero de Essaouira, debes dedicarle algunas horas de tu tiempo a su terraza. El espacio es grande, rústico y siempre está repleto de viajeros. Al caer el sol una hamaca se hace necesaria si buscas un lugar realmente tranquilo. En algún edificio vecino alguien estará haciendo música que podrás escuchar mientras ves el día perderse bajo el horizonte. Una taza de té con la vista de la ciudad y el tibio sol de la tarde suenan bien.
Historias de Paris
Paris, Francia / El día que dejaba París me despedí de todos en la hostal. Les agradecí por su gentileza y prometí regresar alguna vez. Tomé mi mochila y partí 2 horas antes de la salida de mi bus en búsqueda de la estación. Pero como nada en la vida se puede dar por hecho, luego de tomar un metro, un tranvía y un tren llegué al lugar equivocado y perdí mi bus a Stuttgart. Así, las 23:00hrs. me encontraron en la calle, casi a las afueras de París sin un lugar donde pasar la noche. Le pregunté a varias personas dónde me encontraba y repitieron lo mismo “estás muy lejos del centro”.
Me sucede a menudo que cuando necesito información en la calle, quienes se detienen a escuchar son inmigrantes, son ellos los que siempre están dispuestos a perder algunos minutos tratando de ayudar. Fue precisamente una pareja de Madagascar la que me acompañó mientras pensaba qué hacer. No tenía muchas opciones y decidí regresar a la hostal, a la misma donde 3 horas antes me había despedido con bombos y platillos.
Hadiya Thiam es nacido en Mali, un tipo simpático y agradable que trabajaba de recepcionista en la hostal. Esa misma tarde le hice este retrato y también otras fotos junto a su novia que por esos días estaba embarazada de su primer hijo.
Le pregunté si tenía una cama disponible, a lo que respondió:
– “Lo siento, estamos completos”.
– ¿Pero podría pasar la noche en un sofá?, insistí buscando una solución.
– “Lo siento mi amigo pero son normas de la hostal que nadie puede dormir en la sala”. Ya era pasada la una de la madrugada y me estaba haciendo la idea que dormiría en la calle.
Hadiya me pidió que esperara perdiéndose detrás del mostrador. Al rato regresó y me dijo:
– “No puedes dormir en el sofá, tu debes descansar”. El me entregó las llaves de una habitación y me cedió su cama para pasar la noche. Obviamente no me cobró nada, era una gentileza de esas que recibes sin hacer muchas preguntas.
Al día siguiente tomé mis cosas y me fui al gare routière a buscar otro bus. Por suerte encontré uno a las 11 de la mañana y todo volvió a su curso normal.
La generosidad en las personas no la describe ningún manual de conducta, tampoco está incluida en ningún paquete turístico, aparece de pronto, cuando menos te lo esperas.
En Praga por accidente
Praga, República Checa / Esta foto me la hice un domingo en la mañana, recién despertado en una hostal de Praga. Llegué a ese lugar de emergencia muy tarde luego de una serie de sucesos que hoy me parecen divertidos.
Compré un tícket de bus desde Bratislava a Cracovia para encontrarme con una linda polaca que conocí y salir el sábado por la noche. Antes de dejar Bratislava estuve largo rato esperando el bus en la terminal, cosa extraña para los servicios en Europa. Al llegar, el conductor no calculó bien una curva e impactó a otro bus rompiendo la puerta trasera por donde suben los pasajeros. Tuvimos que esperar que llegara la policía, le hicieran el examen de alcohol al conductor, cambiaran el bus y salir. Eso retrasó mi programa en más de una hora.
Al llegar a la frontera con República Checa tenía que bajarme y conectar con otro bus que seguía a Polonia, pero me dormí. El bus siguió su camino y terminé en Praga, de noche, sin hostal y sin amiga polaca. Después de analizar todos esos eventos, pensé que tal vez era el destino que me estaba diciendo «hoy no es tu día para ir a Polonia». A la chica polaca nunca más la vi y terminé esa noche viendo televisión en la pequeña recepción de la hostal. «Fiebre de sábado por la noche» doblada al checo, sentado junto a un ruso que cenaba pasta y miraba un concierto de música clásica en su computador, fue mi panorama para ese sábado. Mi cara a la mañana siguiente lo explica todo.
Días grises en San Petersburgo
San Petersburgo, Rusia / En mi hostal de San Petersburgo casi todos los huéspedes son rusos que trabajan o estudian. Algunos vienen desde muy lejos, como una chica que vive a 8 días de distancia en tren, cerca de China ¿es posible sea tan inmenso este país?.
Es extraño compartir un cuarto con otras personas, por lo menos para mi. Algunos huéspedes están permanentes, otros vienen sólo por un par de noches y luego desaparecen. Frente a mi cama duerme una mujer ucraniana mayor, que por lo que entiendo maneja algún tipo de negocio porque se pasa el día hablando por teléfono, anotando cosas en papeles y tomando té. Ella me habla a veces pero todavía no capta que no entiendo nada de lo que me dice, le hago gestos de “no entiendo” y sigue hablando como si las palabras las fuera a entender por repetición. Usa el pelo rojo, mastica chicle todo el día y conversa con todo el que se le atraviese por delante, es un verdadero personaje. La mejor parte del día es cuando deja de hablar, definitivamente.
En la hostal hay un piano y cada cierto tiempo alguien se sienta a tocarlo. Varios chicos lo hacen muy bien, entre ellos Natalia de Moscú que me mostró su trabajo en internet. Ella canta y tiene música grabada muy profesional, hasta subió un video en Youtube, tal vez algún día se vuelva famosa y me acuerde que compartimos cuarto en una hostal de San Petersburgo. Pero el más virtuoso de los músicos es un ruso que interpreta música clásica de forma notable, aunque debo reconocerlo me deprime cada vez que la escucho. Es música dramática, que unida a los días grises y lluviosos de esta ciudad sólo hacen bajarme el ánimo.
Entre los personajes de este lugar hay dos fácilmente recordables: una chica rusa que no duerme por las noches. A menudo se le ve muy tarde por la cocina con un cuaderno de hojas blancas trabajando en algún nuevo dibujo. El otro es un hombre con el brazo tatuado que usaba zapatos de seguridad verdes y se levantaba muy temprano en las mañanas, a eso de las 05:00am. El problema es que prendía la luz de su cama y la mantenía encendida todo el tiempo molestando a los demás, pero parecía no importarle demasiado. Un día comenzó a hablarme y luego me saludaba diciendo “Hi, Chile”. Fue lo último que le escuché porque una tarde se lo llevó la policía, nunca supe porqué.
Esta ciudad es gris, como bien la describía una rusa nacida aquí. La lluvia es cosa de todos los días y cada vez que sale un poco el sol la gente deja lo que está haciendo y corre para disfrutarlo un poco, aunque sea por sólo algunos minutos. Así es San Petersburgo, más allá de la arquitectura deslumbrante de sus calles, una gran ciudad triste, por lo menos para mi.
La mascota de la hostal
Marrakech, Marruecos / En la mayoría de las hostales te encuentras con perros, gatos o loros de mascotas. En el Red Castle Hostel de Marrakech a ciertas horas del día este camaleón sale de su escondite a tomarse un recreo, camuflado entre las plantas del comedor y los colores de las murallas.
En cada lugar aparece un argentino
Moscú, Rusia / La primera vez que visité Moscú llegué al Safari hostel, en pleno centro de la ciudad, muy cerca del Teatro Bolshoi, la Plaza Roja y el Kremlin. Por esos días estaban terminando las clasificatorias al mundial de Rusia 2018 y Chile jugaba sus últimos partidos. Por la diferencia horaria me tenía que quedar hasta las 02:30am para ver los partidos, esperando conectar algún canal por internet. Haber quedado fuera del mundial perdiendo con Brasil ya era una pena para muchos futboleros chilenos, pero lo que no estaba en mis planes era coincidir aquella semana en el mismo hostel con dos viajeros argentinos.
Se imaginarán la mañana siguiente cómo aparecieron los chistes de fútbol utilizando a Chile como protagonista. Afortunadamente tengo buen sentido del humor y no me quedaba otra que reírme de nuestra propia desgracia.
Pero más allá del fútbol, que después de todo es sólo un juego, el viaje me permitió conocer gente como Federico de Tucumán y Boris de Buenos Aires (en ese orden en la foto) con quienes compartí muy buenos momentos en Moscú. Boris venía viajando también desde hace varios meses por Europa y Federico regresaba esos días a su país luego de trabajar una temporada en restaurantes de Francia. Después del viaje cada uno hace su vida, regresa con los suyos, pero quedan momentos e historias memorables, de esas que guardas en una foto.
Mi primera hostal en Kiev
Kiev, Ucrania / Como conté en el post anterior, llegué a Kiev al lugar más económico que encontré, el Globus hostel, que no fue necesariamente la mejor decisión. Esto suena más bien a una referencia escrita para Booking o Tripadvisor, pero el lugar no me inspiró mucho. La recepción era un lugar muy pequeño con un par de sillones junto al escritorio de la chica que me abrió la puerta. En realidad, parecía sólo un departamento habilitado como hostal, sin espacios comunes donde charlar o tomarse un café. La cocina era muy pequeña y ya estaba ocupada por tres hombres cociendo tallarines que ni siquiera me miraron cuando me acerqué. Los baños tampoco eran de lo mejor, con una densa sensación de humedad que me hicieron reducir al máximo mi tiempo en ese lugar.
El cuarto no era muy grande, tenía dos literas y estaba vacío. Por lo menos tendría la comodidad para descansar un rato y no preocuparme por mis cosas, ya que no había ningún mueble con llave donde guardar nada. Salí un rato a mirar la ciudad y a degustar mi primer shawarma ucraniano lo que en definitiva sería mi almuerzo y cena de ese día.
Cuando regresé ya no estaba solo, ahora éramos cuatro. Me acompañaban 3 chicas ucranianas que estaban de paso camino a Rumania. Eran deportistas que iban a competir en una disciplina llamada mas-wrestling. Este deporte nació en la república de Sajá-Yakutia, ubicada en el lejano oriente ruso. Durante la competición, dos deportistas se sientan frente a frente haciendo fuerza con las piernas y tirando de un trozo de madera. Cuando me contaron de qué se trataba no pude dejar de imaginar divertidos juegos escolares de mi infancia, fue lo más cercano que vino a mi mente.
Ellas no hablaban inglés y sólo nos entendimos por señas, como me ha sucedido a menudo. Les conté que era fotógrafo, que estaba viajando y que era mi primera vez en Ucrania. Al día siguiente se fueron temprano cuando aún no salía el sol. Un par de horas después yo también haría lo mismo, había encontrado un lugar igualmente económico, pero esta vez mucho mejor.
5 países en una foto
Marrakech, Marruecos / Había llegado sólo una hora antes al Red Castle Hostel en Marrakech y ya tenía nuevos amigos. Junto a mi, de izquierda a derecha Oussama, el administrador del boliche, el patrón del rancho, el rey de la fiesta y creo que varios apelativos más.
A su lado, Marcio de Brasil, que salió de su país para recorrer el mundo y planeaba no regresar por un buen tiempo. A la derecha y abajo dos chicos argentinos, César y Juan que estaban mochileando desde hace rato camino a Rusia. De camiseta azul, Didier de Perú, otro viajero que permaneció trabajando un tiempo en la hostal, haciendo amigos y contando los días para regresar a Europa. De este lugar tengo los mejores recuerdos, porque fue mi primera vez en Africa, algo así como el sueño de todo mochilero.
Espacios compartidos
Madrid, España / En un viaje de varias semanas uno de los ítems más altos de gastos es el hospedaje, por eso la optimización de los recursos es primordial. Una opción para dormir barato en casi todo el mundo son las hostales o hostels, concepto basado en la utilización de áreas comunes, como baños y dormitorios donde el valor está muy por debajo incluso de un hotel barato. En estos lugares además de ahorrar dinero pagando sólo por la cama que utilizas, se conoce gente todo el tiempo e incluso se planifican viajes. Varios de mis amigos jamás compartirían un dormitorio con un extraño y mucho menos con 10 o 12 personas. Pero al contrario de lo complejo que esto parece, los hostels poseen en la mayoría de los casos buenas instalaciones, son limpios y los viajeros respetan el espacio de sus compañeros de cuarto. Esta foto la hice durante mi desayuno en uno de los comedores del Mola Hostel de Madrid.
Nightlife Hostel en Kiev
Kiev, Ucrania / Cuando llegué a Kiev me quedé en el lugar más económico que encontré, pero luego de una noche allí decidí buscar algo mejor. Aplicando mi intuición llegué al Lightlife Hostel y pienso que fue la mejor decisión. Este hostel se encuentra a 5 minutos caminando desde la estación de metro Druzhby narodiv, cerca de supermercados y locales de comida económica. El barrio me pareció cómodo y seguro, una zona de antiguos edificios, mercados y parques. Más allá de ser un lugar limpio, en el Lightlife Hostel se respira un ambiente familiar. Sus huéspedes son principalmente locales que trabajan o estudian en Kiev. Durante mi primera noche no conversé con nadie, pero al día siguiente ya todos sabían que no era ucraniano y que me dedicaba a algo con fotografía. Sin esperar mucho tiempo, varios chicos me pidieron el perfil de Facebook y revisaron mis fotos. La gente en Ucrania me pareció amigable, sencilla, dispuesta a conocer nuevos viajeros y en gran medida eso es lo que buscamos cuando estamos lejos de casa.
Chaouen, La Ciudad Azul
Chefchaouen, Marruecos / Cuando viajas y compartes unos días en una hostal no puedes terminar siendo amigo de todo el mundo, eso está claro. Incluso durmiendo en el mismo cuarto o encontrándote con las mismas personas cada mañana al desayuno. Pero llega un momento en que debes decir adiós y seguir tu camino, eso es inevitable. Esta imagen fue de mi última noche en ese lugar. Me gusta ser quien dispare la foto y no salir en ella, porque de alguna forma eso me identifica como el que observa todo el tiempo y quien decide cuales son los momentos que debo conservar. En la hostal Aline de Chefchaouen compartí tres días con varios viajeros que tuve la suerte de conocer. Una pareja de hermanos norteamericanos que trabajaron unas semanas en la recepción de la hostal, un viajero mexicano que había asistido a más de 50 recitales de The Cure, una pareja de italianos con quienes compartíamos habitación y a quienes hablé sólo el último día. Muchos de ellos me preguntaron esa noche ¿cómo puedo tener esa foto?. Finalmente aquí está.
Despegaba un avión cada 10 minutos
Recife, Brasil / Recife es una gran ciudad de la costa, hermosa y agradable, pero húmeda como todo el nordeste brasileño. A veces un cuarto con ventilador no será suficiente para combatir el calor por las noches y será necesario pagar un poco más por uno con aire acondicionado. Me quedé un par de días en el Arrecifes Hostel que queda muy cerca del aeropuerto Guararapes y cada 10 minutos se escuchaban y veían los aviones despegar. En realidad al segundo día ya me había olvidado de los aviones y los extrañé cuando me cambié de lugar.