Essaouira, Marruecos / Una mañana caminando por Essaouira me llamó la atención a la entrada de un restaurante la comida que hervía en la calle a la vista de la gente. Le pregunté a esta mujer si podía fotografiar el Tajine que preparaba. El Tajine es un hermoso utensilio de barro cocido típico de la zona del Magreb al norte de Africa donde se preparan platos que llevan el mismo nombre. Ella me dijo sonriente que no había problema, «puedes fotografiar la comida y el restaurante si quieres». ¿Y podría hacer un retrato suyo también? le pregunté aún sin tomar mi cámara. «¿Para qué quieres tomarme una foto?, es más interesante el lugar y la decoración» me respondió. «Soy fotógrafo, me interesa retratar a las personas de los lugares que visito, pero antes prefiero preguntar». Después de pensarlo un momento ella accedió y se mostró muy natural frente a la cámara lo cual agradecí. Cruzamos a una tienda de instrumentos musicales donde una persona amiga anotó mi teléfono para enviarle la foto más tarde pero nunca me contactó. Cuando hago una fotografía no puedo saber si algún día necesitaré publicarla y obviamente conocer el nombre de la persona crea una mayor cercanía. Tan valiosa como las fotografías que guardo en mi cámara es la pequeña libreta donde anoto cosas que deseo recordar, como el nombre de las personas por ejemplo.
Fotografía y relato: Nelson González Arancibia