Comer y viajar barato parece ser una de las máximas aspiraciones para aventureros(as) de bajo presupuesto que esperan hacer rendir el dinero. Mientras estás de viaje, el alojamiento, los traslados y las comidas suelen ser los temas más complejos de enfrentar. Pero si eres un viajero(a) que no suele complicarse la vida, la decisión del qué, el cómo y el cuándo comer se la puedes dejar al viaje. Que él decida.
Fotografías y relato: Nelson González Arancibia
En realidad nunca me complico mucho pensando en el tema de la alimentación en mis viajes. Durante el día suelo comer lo que encuentro en el camino, pero la cena es un excelente momento para socializar y hacer nuevos amigos. Cuando estoy en una hostal es común intercambiar palabras con otros viajeros(as) que en ese momento también ocupan la cocina. Un sencillo ¿de dónde eres? puede abrir las puerta a una conversación y algunas veces a una amistad.
Si preparas tu propia comida, además de ahorrar dinero y alimentarte mucho más sano, podrás disfrutar con cada momento del proceso. Esto implica buscar los ingredientes en las tiendas y mercados locales, enfrentándote además a la barrera del idioma, un momento perfecto para descubrir cómo resolver problemas cotidianos durante el viaje.
Buscando frutas y vegetales es posible descubrir una amplia variedad de productos a veces desconocidos en tu país. Yo me maravillo con los aromas y colores de la fruta, las especias y las cosas exóticas que es posible encontrar en los mercados. Es un paseo imperdible de cualquier ciudad o pueblo al que vayas y además es gratis. ¿Qué mejor?.
Lejos del glamour
Cuando estás viajando, a veces tu desayuno es el almuerzo y tu almuerzo es la cena. Algunos piensan que solo el hecho de viajar por un nuevo país te permite comer siempre los platillos más famosos de la cocina local. Eso es posible cuando vas a un restaurante, pides la carta y te gastas unos buenos billetes, sin olvidar el vino.
Cuando vives en el mundo real y quieres viajar por varios meses te debes conformar con lo que encuentras en la tienda a la vuelta de la esquina (cuando existe). Mi almuerzo en una hostal de París no incluyó quiche lorraine, ni tampoco ratatouille, filete mignon o coq au vin (gallo al vino). Sólo un infaltable baguette, queso, salchichas y jugo. Esta sencilla comida no fue digna de ningún concurso culinario, pero también era parte del viaje y la disfruté igual.
Comida picante boliviana
Esta preparación se llama sajta de pollo. Contiene chuño phuti, tomate, cebolla y pasta. El chuño es una variedad de papa deshidratada, acompañamiento por excelencia de la cocina andina. La práctica de elaboración del chuño, se remonta a las culturas aimara y quechua, quienes utilizaban la técnica de deshidratación de la papa para su conservación. El término sajta proviene de la lengua quechua y significa picante de pollo. Aunque es típico de Cochabamba, este plato lo comí en el restaurante de la hostal Kultur Berlin que a diario abre sus puertas al público de Sucre, Bolivia
Mercado Central de Belo Horizonte
Minas Gerais es el estado de mayor producción lechera de Brasil y también de quesos de leche cruda, representando un 27% de la producción nacional. En el Mercado Central de Belo Horizonte se venden más de 5 mil quesos artesanales al día. El trozo que tengo en mi mano proviene de la localidad de São Roque de Minas. Fue una degustación que me ofreció un chico dependiente de un local de embutidos llamado «Rod Stuart», nombre inspirado en el famoso cantante. Algunos recomiendan acompañar este queso con un trago de cachaça, pero creo que era demasiado temprano para intentarlo.
Panadería en Francia
Mis experiencias con la comida de viaje creo que son multisensoriales. Con la panadería de «Christine & Martial» del centro histórico de Rennes, Francia no tengo una gran historia que contar pero la recuerdo con agrado. Aquel día salí temprano a caminar y pasada la hora del almuerzo decidí comprar allí algo de comer. El lugar era acogedor, con el sonido de las campanitas sobre la puerta al entrar y la calidez del pan recién horneado por todas partes. La señora que me atendió fue muy amable, como si mi apariencia de extranjero fuera demasiado obvia, no dudó en utilizar la gestualidad para explicarme los ingredientes de cada producto en su estantería.
En esta anécdota la comida pasó a segundo plano, porque lo que verdaderamente disfruté fue el acto simple de llegar como un extraño y ser recibido con una sonrisa, vivir un momento sin apuros y despedirme con un «merci».
Amores de mercado
Un día mientras sacaba una foto en un mercado de Puno en Perú, una cholita me arrojó unos granos de habas gritándome «gringo, gringo». Como no despegué el ojo del visor de la cámara, vino corriendo hacia mí y sin mediar pregunta me dio una nalgada que casi me levanta del piso. Se regresó a su lugar alegando porque supuestamente, debido a mi ubicación, una bicicleta pasó a llevar sus productos.
Otras 3 cholitas vieron la escena y rieron mucho. Una de ellas dijo, «puede que lo haga de cariño», bastante extraña forma me pareció. En seguida, la cholita que me golpeó, sacó un plato con comida y me dijo: «si quieres puedes venir a almorzar», por lo que sus colegas volvieron a reír. Después de esa escena surrealista, agradecí que aquella mujer no hubiese tenido papas o algo más grande para «expresarme su cariño».
Bananas del Caribe
Algunas veces el viaje te permite degustar abundantes mesas de comida criolla y otras, te obliga a optimizar los recursos para que el dinero alcance hasta tu próximo destino. Esta mañana en Baracoa mi desayuno fueron sólo algunas pequeñas bananas compradas en la calle. Luego de algún tiempo viajando por Cuba, estas pequeñas frutas amarillas se transformaron en parte de mi dieta y aliadas de mi bolsillo viajero.
El idioma de las sonrisas
Cuando llegas a un lugar y tratas de pedir algo pero no manejas el idioma todo el mundo se da cuenta que estás muy lejos de casa. Esto me ocurrió un día en Kiev, Ucrania. Estas tres mujeres atendían público en una pequeña tienda cerca de la estación de buses de la ciudad. Cada una estaba a cargo de una zona específica de productos y recibía el dinero de lo que vendía. Por eso cuando compré el agua la vendedora que me entregó la botella me dijo apuntando con el dedo «esas se las debes pagar a mi compañera».
Luego pregunté por galletas y la otra señora me dijo «pídelas a mi compañera del frente». Finalmente quise llevar unos pasteles desde el otro mostrador y pregunté sonriendo ¿a quién le debo pagar? A esa altura todas me sonreían mientras hablaban entre ellas algo imposible de entender. No pude dejar ese lugar sin hacerles una foto, a lo que por supuesto accedieron con mucho gusto.
Patas de pollo
La idea es probar lo que cada lugar esté dispuesto a ofrecerte. En Perú y Bolivia, el almuerzo o la cena a menudo incluyen una sopa. A veces metes la cuchara y aparece una papa, fideos o un trozo de carne de res. Pero otras veces te encuentras con una pata de gallina flotando en tu plato y te preguntas ¿y ahora qué? En realidad no es mucho lo que se puede hacer, aparte de contemplarla. Yo diría que está ahí para darle sabor al caldo y nada más. ¿O alguien se la come en realidad?, muchas personas en toda Latinoamérica.
«Es un manjar» me cuenta Marisol. «En Colombia se hace la sopa de «menudencias», que lleva pasta, papa y todo lo que no se usa normalmente: la piedra o molleja, el hígado, corazón y las paticas». Leti agrega «en México, sobre todo en la capital es muy común que las coman, junto con las cabecitas y pescuezos de pollo, son algo así como una botana, le agregan limón y salsa valentina. Otra manera de comerlas es en los vasos con elote (maíz cocido o dorado)».
Pan con tomate en España
Comer pan con tomate al desayuno es muy popular en España. A esta sencilla preparación se le conoce como «pan tumaca», aunque es originario de Cataluña, se prepara en toda España. A mí no me parece demasiado complejo como para comprarlo en una cafetería, pero vamos, que había que probarlo al estilo local y eso fue lo que hice en Madrid. Dependiendo de la zona puede variar la forma de moler el tomate. Se puede cortar, rallar o utilizar una batidora. La preparación se aplica sobre pan tostado con aceite de oliva, ajo y sal. Un poco de perejil en la presentación es opcional. Puede parecer algo poco importante, pero entre los españoles se crean discusiones sobre qué se pone primero ¿el tomate o el aceite?
Cuento ilustrado en Rusia
Cuando en Rusia entras a un restaurante no sabes si te trajeron la carta o un cuento de dragones y princesas. Es común cuando visitas ciudades más pequeñas no encontrar muchas personas que hablen otros idiomas diferentes del ruso. De esa forma te debes entender sólo con señas y algunas sonrisas, como yo tratando de descifrar lo que decía el menú. Por lo general no acostumbro comer en restaurantes cuando viajo porque siempre voy a pagar un poco más, pero este lugar frente al monasterio de Sergiev Posad, distante 75 kilómetros de Moscú, fue inevitable de visitar.
Toda la decoración era clásica rusa, los muebles, las pinturas en las paredes, los candelabros, el vestuario de las camareras. Y en un día de mucho frío con el termómetro bajando y la nieve comenzando a caer, no era mala idea probar algún plato caliente del menú. ¿Y sus ingredientes?, en realidad no importaban mucho, por lo menos a mí. Toda comida nueva es bienvenida, especialmente cuando el entorno cálido de un lugar como éste invitan a degustar, aunque no tenga idea de lo que me vayan a traer.
Una de mis opciones era pedir borsch, la sopa de verduras más popular en los países eslavos, de un rojo intenso producto de las raíces de remolacha o betarragas. Sin embargo decidí probar una sopa de guisantes, especial para abrigar el cuerpo del frío otoño ruso.
Para quienes deseen buscarlo en Google el restaurante se llama Русский дворик que en español sería algo así como “patio ruso”. Queda justo en frente del monasterio de la Trinidad y San Sergio, que es a la vez el lugar más visitado de esta ciudad. A veces vale la pena gastarse un dinerillo extra para vivir una experiencia diferente mientras se viaja.
Sopa de quinoa en el Titicaca
La sopa de quinoa o quinua es típica del altiplano de Bolivia y Perú, países productores de este grano. La quinua es un cereal de las tierras altas de la cordillera de los Andes. Esta preparación siempre está presente como primer plato en el menú del altiplano por sus proteínas y vitaminas. Hice esta colorida fotografía en la Isla del Sol en Bolivia, cuando regresé al hermoso Titicaca, el lago de aguas navegables más alto del mundo.
Desayunando en Cuba
Cuando no puedes elegir el desayuno fuera de casa debes comer lo que esté disponible. En La Habana muchas de las comidas tienen relación con la carne de cerdo y su valor en el comercio es bastante bajo, de ahí su consumo masivo. Un taxista me dijo que entre las personas que tenían más dinero en Cuba estaban los criadores de cerdos, ya imagino porqué.
Algunos desayunos en La Habana pueden ser poco convencionales, pero si lo que quieres es ahorrar dinero, puedes optar por comer de pie junto al mesón en una de las tantas cafeterías de la ciudad. Esta pizza con un café (en Cuba no encuentras té) es mi desayuno de hoy por menos de un dólar.
No todas las comidas deben ser tan básicas cuando estás viajando. Por 3 dólares adicionales a mi hospedaje, pude desayunar en la misma «casa particular» donde me hospedé en Trinidad, Cuba. Café, leche, pan, huevos, jamón, jugo de mango y fruta fresca. Perfecto.
Marruecos culinario
Recorriendo la Medina de Fez me detuve un rato en un pequeño local de comida con sólo dos mesas para los comensales. Ordené un sándwich y me senté a esperar. A los pocos minutos otro hombre se sentó a mi lado y lo mismo hizo el chico que aparece a la derecha de la foto, al parecer un conocido del local ya que hablaba animadamente. Yo tenía mi cámara sobre la mesa y al parecer a nadie le importó que mientras esperaba mi comida hiciera algunas fotos. El chico de la izquierda era el hijo del dueño del local, que en ese momento picaba cebolla y un poco de carne en la parrilla para sus hambrientos clientes. Sobre ellos, la foto del Rey de Marruecos, algo muy común en todos los sitios públicos del país.
En Marruecos aparte del paisaje, la gente y la cultura, puedes maravillarte con la comida, esencialmente picante. En cualquier lugar puedes encontrar un plato bien condimentado y degustarlo utilizando el pan como cubiertos o directamente con la mano. Esto es una tradición, pero resulta compleja cuando decides comer en la calle sin las medidas de higiene básicas. Muchas veces el cocinero que prepara los alimentos es el mismo que recibe el dinero de los clientes. Luego que le entrega el cambio, sin lavarse las manos, continúa preparando tu delicioso sándwich, que después de unos minutos ya no se ve tan delicioso. En algunos lugares bromeaban diciendo “aquí preparamos la mejor comida, aunque no te garantizamos que no termines con diarrea”.
Siempre es bueno dar una mirada a los detalles higiénicos antes de seleccionar el lugar donde vas a comer, pero a veces no tienes opción y es mejor concentrar tu mirada sólo en el plato de comida que tienes enfrente. Confieso que algunas veces cruzaba los dedos para no tener que regresar de emergencia a la hostal al comer en la calle, pero en defensa de Marruecos y su cocina, puedo decir que nunca tuve ningún problema estomacal comiendo en la calle o donde fuera.