Regresé a Río de Janeiro después de varios años. Quería registrar una vez más el «espectáculo más grande de la tierra», como los cariocas llaman al carnaval. Y no es para menos. Pero la fiesta no se vive solamente en el sambódromo. Se disfruta en las calles, en las esquinas de las favelas y en cada rincón de la Ciudad Maravillosa, donde cariocas y «gringos» se unen para «sambar», acompañados de una cerveza y la humedad del verano que hace de este infierno algo inolvidable.
Fotografías: Nelson González Arancibia
Con casi 36 grados de temperatura el ambiente ya se deja sentir en las calles del centro de Río de Janeiro. Estoy camino hacia el barrio de Santa Teresa para registrar el bloco de las Carmelitas. El barrio bohemio de Lapa es la puerta de acceso a Santa Teresa, zona residencial ubicada en lo alto de los muchos morros de Río de Janeiro. Para subir puedes contratar una moto-taxi o caminar varias cuadras como lo haré yo. Mientras recorro sus empinadas calles, varias personas me recomiendan guardar la cámara para evitar los robos entre la multitud, algo que de todas formas no voy a hacer.
La gente carioca es amable y curiosa de los visitantes y muchos me preguntan de donde vengo. Algo que me llama la atención es que en Brasil me dicen «gringo». Aquí lo usan para referirse a cualquier extranjero, sin importar su nacionalidad u origen étnico. Esto no tiene una connotación negativa como en algunos países de Centro o Sudamérica, donde puede ser usado de forma despectiva o para referirse específicamente a los estadounidenses. En Brasil, «gringo» simplemente significa «extranjero».
El bloco es diversión al estilo carioca, algo así como estar en una fiesta en la playa, con miles de personas pasando el rato. Por momentos se hace difícil avanzar porque en realidad no vas a ningún lugar, sólo caminas viendo pasar gente, de eso se trata el bloco de beber mucho, disfrutar la música y eventualmente besar a alguien que también quiera hacerlo.
Por estas calles normalmente circula el Bondinho, un tren de pasajeros que recorre la zona alta de Santa Teresa, pero hoy la calle está cerrada y solo puedes desplazarte caminando. Entre la multitud, gringos y cariocas se mezclan y a nadie le importa. La gente te trata muy bien porque solo quieren divertirse, como si fuera una fiesta de puertas abiertas.
El bloco de las Carmelitas es un emblemático desfile que se lleva a cabo en el hermoso barrio de Santa Teresa en Río de Janeiro. Este fiesta callejera recibe su nombre del Convento Carmelita de Santa Teresa, donde las monjas de la orden pasan su vida en la oración y el servicio. Cuenta la historia que una monja, incapaz de resistir la tentación de participar en el carnaval, saltó por encima de los muros del convento y desapareció por cinco días. Por esta razón verás por todas partes a muchas personas disfrazadas de monjas.
El bloco de las Carmelitas está compuesto de dos desfiles. El primero es realizado al comienzo del carnaval cuando la monja fuera de control comienza a participar de las fiestas. El segundo desfile es el martes de carnaval, cuando la monja rebelde regresa al convento sin ser descubirta. El bloco de las Carmelitas nació en 1990 para homenajear a Laurinda Santos Lobo, una famosa socialité de Río de Janeiro. Era conocida como la Diva de los Salones. Convirtió su mansión de Santa Teresa en un lugar de encuentro de la intelectualidad carioca. Organizaba numerosos bailes y encuentros con músicos y poetas a los que ayudó económicamente. Laurinda no dudó en utilizar su prestigio para apoyar las luchas feministas. Su primera residencia en Santa Teresa alberga hoy un Centro Cultural.
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