La dinámica del carnaval de rua es muy simple: sales a la calle disfrazado de algo entretenido y te unes a alguno de los muchos «blocos» simultáneos que recorren Río de Janeiro para dar inicio al Carnaval. Amigos, familias, parejas o simples turistas dan vida a un desfile interminable de colores, baile y buenas energías.
Fotografías y texto: Nelson González Arancibia
Los blocos callejeros dan inicio cada verano al Carnaval de Rio de Janeiro en Brasil. Amigos, familias, parejas o simples turistas se disfrazan y dan vida a un desfile interminable de colores, samba y mucha cerveza. Desde el amanecer hasta el día siguiente los cariocas desfilan y bailan como si no existiera un mañana, es una fiesta que no permite descanso.
La esencia del pueblo brasileño es la alegría, la música y la danza. Ellos llevan el ritmo incrustado en su adn y eso parece florecer por todas partes. Es su manera de ver la vida, su forma de hablar, son sus movimientos, la expresión de su cuerpo.
Caminando por las calles del populoso barrio de Santa Teresa escuché a la distancia el sonido inconfundible de los tambores de una batucada. Un par de calles más abajo apareció el desfile y como si se tratara de viejos amigos, me incorporé a bailar con ellos.
Durante el carnaval de rua, la cerveza parece ser el combustible natural de la muchedumbre. Mi mano nunca más estuvo vacía, porque siempre apareció alguien para preguntar en un portugués de significado universal «¿latinha o latão?», haciendo referencia al tamaño de la próxima cerveza por beber.
Bajo la sofocante humedad del verano de Río de Janeiro, acompañé al grupo por los siguientes 3 km entre calle Riachuelo a la altura de Santa Teresa y el barrio de Gloria. Fue suficiente para registrar lo más interesante del desfile, otra inolvidable tarde de febrero en la Ciudad Maravillosa.